Después de la temporadita que nos han dado Felipe Massa y Lance Stroll al volante del Williams del cuadragésimo aniversario, no entiendo muy bien a qué expertos alude Andrew Benson para decir que «la pareja Stroll-Sirotkin es la peor en la historia de Williams», en todo caso, doctores tiene la Iglesia y no es cuestión de ponernos tan tiquismiquis antes de poder valorar en pista lo que da de sí realmente el que seguramente será propietario del actual asiento vacante en la de Grove.
Vaya por delante que soy más del polaco que de todo este tipo de películas. Vi correr al de Cracovia y perder el Mundial 2008 por la corteza de miras de su equipo. Luego vino su época en Renault y el espantoso accidente en Rally di Andora. Seguí su recuperación, su incorporación al WRC, y para qué negarlo, he disfrutado como un enano con la posibilidad de que volviera a la Fórmula 1.
Desgraciadamente, el pasado 18 de diciembre uno de esos amigos que todos tenemos en el infierno me comentaba que lo de Sirotkin estaba hecho. SMP iba a por todas, quería a su hombre en la de Claire y la cosa, entonces, se circunscribía a ver cómo se hacía en el plano económico: pastizal a tocateja, calendario de pagos, avales para afianzar la operación y todas esas historias que poco o nada tienen que ver con la calidad de un deportista. Lo sentí por Robert y confieso que miré de reojo a Sergey, seguramente con el ceño fruncido. Pero una cosa es lo que te anima a hacer tu corazoncito de viejo aficionado, otra bien diferente no tener suficientes galones como para saber de sobra que la Fórmula 1 se mueve más por dinero que con gasolina, y otra, de guinda, dejar que lo anterior te nuble la vista ante lo que a todas luces parece el tradicional sembrado de dudas con que la prensa británica recibe a los tipos que no han entrado por su ojito derecho.
No voy a recordaros la diferente vara de medir que han usado los british media con Magnussen o Palmer, por ejemplo, o el mismo Stroll, ante sus respectivos desembarcos en El Circo —tenemos una generosa hemeroteca donde echar el rato y ya somos mayorcitos como para usarla adecuadamente—, básicamente porque pienso que la primera interesada en disipar todo tipo de sombras al respecto de la aventura 2018 debería ser Williams.
Prefiero no sopesar que el gato encerrado del asunto podría consistir en buscar en el ruso un Don Tancredo que facilite la labor de seguir defendiendo la labor de Lance así caigan chuzos de punta. En todo caso, y no es por nada, considero que dejar macerar este tipo de sugerencias sin atajarlas debidamente lo único que traerá consigo será debilitar al equipo y su marca, que bastante dañaditos están.
No sé, se me ocurre que ha habido un camino inexplorado hasta ahora que perfectamente habría servido para calmar a Benson, sus expertos, y para que todos enfocásemos la temporada que viene sabiendo que en Grove están los tipos adecuados. Y lo cierto es que habría sido bastante sencillo de llevar a cabo:
Pides los permisos pertinentes a la FIA, alquilas el Paul Ricard durante un fin de semana, o el de Portimao, que no tiene presencia en el calendario oficial F1. Pillas varios chasis FW37 de 2015, los preparas un poco y les quitas el polvo, montas en ellos a Lance Stroll, Sergey Sirotkin y Robert Kubica, y en un par de mangas de 25 vueltas cada una en las que compitan juntos, te quitas las dudas de encima, aclaras con quién te vas a quedar y, de paso, dejas tranquilo al personal. Luego, ya si eso, abordas el tema del dinero y los patrocinios, que lo entenderíamos todos…
Os leo.
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