La Fiesta Nacional del Automovilismo, que se lleva a cabo en la ciudad de Balcarce nació hace 28 años en honor al quíntuple campeón de fórmula 1, Juan Manuel Fangio. Este evento, se extiende por cuatro días en donde pilotos, consagrados, promesas y legendarios, se dan cita en una reunión que supera la índole deportiva y amalgama a la familia, tanto del oriundo de Balcarce, como de ciudades aledañas y de turistas. No hay banderías y el solo tronar de los motores, viejos y nuevos, hacen que la piel se erice.
Gigantes de Metal
De las curvas de la memoria vuelven los grandes que no están para acompañar; los más chicos miran asombrados esos pantagruélicos vehículos que alguna vez cruzaron los caminos hasta alcanzar la Capital de Venezuela, Caracas. Y volver, por supuesto, ya que no se quedarían allí. Estos pantagruélicos bólidos anotaron en los anales del automovilismo mundial logros hoy impensados. Luego la tecnología cambió, y los autos se fueron haciendo más aerodinámicamente eficientes.
Los autos de la tradición
Las carreras seguían en las rutas, pero ya no eran internacionales. En estos trazados, que también continuó fue la caballeresca división de emblemas. Por un lado los hinchas del moño (Chevrolet) mostrando que su elección es superior a los seguidores del Ovalo (Ford). Un poco mas retrasado en número, pero no en amor por su marca, están los amantes del Dodge y quienes quedaron prendados de la hazaña de Nurburgring hace 50 años con los Torinos.
Al volante
Hombres y nombres se ven por doquier. Con algunos años mas y canas en muchos casos, los pilotos que rutilaron en décadas pasadas muestran esa camaradería de siempre. A su alrededor, están las familias. El padre que le dice al hijo o hija quien fue este o aquel hombre. Se ven a quienes tripularon los TC, los Formula 3 (en Sudamérica y en el viejo continente). Esta el único piloto argentino que fuera teammate de Ayrton Senna en la Formula Ford 1600, Enrique Mansilla. SE lo ve charlar animadamente con el otro Enrique, Enrique Benamo. Este ultimo bromea sobre su condición de ser los dios únicos pilotos argentinos con el mismo nombre que coincidieron en la F3.
Fangio
No podía faltar la en la fiesta el apellido Fangio. La imponente fachada del Museo Juan Manuel Fangio preside todo este evento. Frente al edificio, y junto al presidente del Automóvil Club de Mar del Plata, Héctor “Titin” Fiorda esta Oscar “Cacho” Fangio, uno de los tres hijos del Quíntuple y protagonista, junto a su Torino, de las 84 horas de Infierno Verde, cómo describiría Jackie Stewart al viejo trazado al pie del Castillo de Nurburg.
La plaza
La plaza central, justo frente al museo, es el lugar indicado en donde pilotos y ex pilotos inviten a personas a dar una vuelta en los vehículos anteriormente mencionados. Los motores rugen, como si se tratara de una manada de leones. Cada motor trata de imponerse al otro en un canto atronador. Cuando el pie izquierdo cae sobre el acelerador, los neumáticos chirrían y el auto vuelve a vivir sus épocas de gloria. Por un momento, todas las épocas se juntan, se confunden; al igual que los colores. El sol cae lentamente, tratando de retrasar la noche todo lo posible. Es una pintura que queda en las retinas.
El museo
Una sucesión de vallas paralelas separa la calle de los rugidos de la tranquila entrada al Museo Juan Manuel Fangio. Una elegante escalera nos deposita en el hall central. A la izquierda, el café; a la derecha, autos en exposición entre los que vemos el McLaren MP4/10 y un Sauber C 9 de 1987. Entre ellos, el escenario en donde se premiaría a los jóvenes campeones de diversas categorías menores.
La Fórmula 1
Detrás, la rampa nos lleva en ascenso recorriendo la historia de Juan M Fangio que es la historia del automovilismo. Al llegar al quinto nivel, nos reencontramos con la Formula 1. Entre los autos aquí exhibidos, se encuentran un Renault RE 30B, un McLaren Honda MP4/3B y un Arrows A21 de 2000.
Dos bandejas mas arriba, entre cordones protectores, descansando lejos de los rugidos, están un Ferrari 166 (replica) , un Lancia Ferrari D-50 (replica) y un Maserati 250 F como con la que el Chueco ganase en Alemania 1957.
La fiesta continuó, y continua. Pero no solo en las actividades que engalanan estos días la ciudad de Balcarce, sino en cada oportunidad en que los autos se vean de reojo, esperen un semáforo y larguen la increíble carrera que se llama Automovilismo. –
Imágenes: Edgardo S Berg
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