Esta vez llego a ustedes desde mi lugar de historiadora. Me gusta desandar lo ‘naturalizado’, deconstruir como decimos en las Ciencias Sociales, y volver a reunir esas partes para ver con nuevos ojos el todo (o lo que creemos que es el ‘todo’). Hoy, me convoca Fangio. A la vez es mi tema de estudio y referente nacional e internacional del automovilismo. Hoy, sería su cumpleaños número 110 y en Argentina se celebra el Día Nacional de Piloto en su honor. Estas palabras alusivas sirven para reflexionar en los múltiples aspectos Fangio: hombre, ídolo y héroe. Vamos a ello entonces.
¿Héroe?, ¿Ídolo?
Mientras estaba investigando, tuve que esclarecer estos conceptos que no podemos usar a la ligera. De esta manera y recorriendo las construcciones literarias y sociológicas llegué a la siguiente diferenciación entre ídolo y héroe. El primero, el ídolo, vive en un tiempo presente finito. Su capacidad de llevar a las masas, de generar fanáticos, dura lo que dura su carrera profesional. Dependerá de lo que haga después y de cómo se construya su relato a través de los mass media para que llegue al estatus de héroe o mito.
El héroe o mito, vive en un presente indefinido. Trasciende las barreras generacionales y pervive por el recuerdo de personas e instituciones que rememoran sus hazañas a través de notas, esculturas, pinturas y demás producciones culturales.
Llegados a este punto, es casi obvio decir que un héroe no aparece de la nada y no llega a serlo si, antes, no fue ídolo de multitudes. Por el contrario, el ídolo es efímero, puede desaparecer en cualquier momento. Fangio fue ambas cosas y por ello se le reconoce en el mundo del deporte motor. En Argentina, se instauró el Día Nacional del Piloto en 2007 para honrar su natalicio. En Mercedes, se lo reconoció (aunque como piloto sólo le llevara dos de sus cinco Campeonatos) como el único Presidente Vitalicio y Honorario de su marca en el mundo. Su imagen trasciende fronteras y veremos una estatua de él con su Flecha de Plata en cada lugar o circuito representativo en su historia.
Fangio también fue hombre
Con este título no entro en cuestiones de género sino que me refiero a la integridad de la persona en tanto constitución de carne y hueso, sus vivencias, pensamientos y sentimientos… en fin, todo aquello que lo hizo ser él y no otra persona.
En Argentina se lo recuerda desde sus campeonatos de TC y en el mundo comenzó a labrar su historia con la reanudación de las competencias automovilísticas en 1946, a la finalización de la II Guerra Mundial.
¿Y en ese impass? Ese tiempo fue recuperado por el mismo Fangio en la única autobiografía a la que él le dio el visto bueno. “Fangio, cuando el hombre es más que el mito” fue escrita por Roberto Carozzo y Juan Manuel a mediados de la década de 1980. Allí, podemos volver el tiempo atrás y conocer algunas anécdotas poco conocidas contadas por el mismo Juan Manuel. Aquí, les comparto algunas.
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El hombre que nació un día antes
“Si bien él festeja cada cumpleaños un 24 de junio, lo cierto es que en el Registro Civil de Balcarce y, por lo tanto, en sus documentos figura como nacido el día antes, el 23 de junio. Con su natural sencillez Fangio explica: “Me fue a anotar papá Loreto y debe de haber dicho: ‘Nació anoche’, así que me pusieron como nacido el 23, pero yo nací un 24 de junio de 1911, a las cero hora y diez minutos”.
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El primer coche en marcha
“El asunto era estudiar y a la par, aprender un oficio. Para eso mi papá me despertaba a las cuatro de la mañana. Él decía que bien temprano se aprendían mejor las cosas. Estudiaba un rato, iba al colegio en la mañana y por la tarde, al taller. Como no existía siquiera el “sábado ingles”, también se trabajaba todo ese día. Allí manejé por primera vez un auto: un Panhard-Levassor con transmisión a cadena. Para eso iba también los domingos ‘a barrer debajo del auto’. Mirando había aprendido el proceso. Lo ponía en marcha parándome sobre la manija de arranque y dejando caer todo el peso de mi cuerpo sobre ella… Hubiera bastado con moverlo empujándolo, pero yo hacía todo el operativo, daba marcha atrás hasta el portón de entrada. Bajaba, barría y desde allí volvía a ponerlo contra la pared del fondo… Me quedé encantado, me parecía que el auto tenía vida… cuando giraba el volante para un lado, el auto doblaba para ese lado… y para el otro… Me obedecía”.
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Entre neumáticos y camiones
“Vendí camiones… Pero antes me dediqué a comprar y vender cubiertas usadas. Me di cuenta de la posibilidad del negocio junto a mis socios, cuando empezó a llegar gente de Buenos Aires preguntando dónde se podían conseguir cubiertas de camiones, usadas. La importación estaba cerrada y había que arreglarse con lo que se podía. Al imponerse el racionamiento de combustible, sólo podían trabajar aquellos camioneros que tenían bonos de nafta. Quien no los tenía, estaba obligado a vender su camión, porque los bonos eran nominales y estaba prohibida su venta o pase de mano. Por eso se vendían muchos camiones que se compraban por el valor de los neumáticos. Como mi apellido era algo conocido debido a las carreras, pensé que sería más útil si salía a la ruta a comprar camiones y acoplados por el valor de las gomas y lo hacía sin llevar plata encima”.
“Se me aceptaban los cheques que eran pagados por mis socios en Balcarce. Como los productores paperos era gente que prefería depositar su dinero en Fangio, Duffard y Cia antes que ponerlo en el banco, por el bajo interés que les ofrecían, nosotros teníamos ‘mucho resto’ para hacer estos negocios. De la firma salí yo solo. Y de Balcarce me llevé al ‘Paisano’ Villarreal, un gomero que me acompañaba en los viajes y hacía los análisis de cada mercadería que nos ofrecían: ‘Mirá que la goma izquierda la vi con un defecto y aquella otra, la del acoplado…’. Era un especialista en el tema. Él se encargaba de tomar el número a todas las cubiertas que estaban montadas en los equipos por los que cerrábamos trato, para evitar que alguno las cambiara, después de vendidas. Eso podía ocurrir porque hacíamos el negocio y quedábamos en volver”.
Por estas y otras cosas más, el ‘Quíntuple’ fue admirado por muchas generaciones de pilotos y es uno de los campeones a imitar en las pistas. Vaya el homenaje en estas palabras.
Imágenes: Museo Fangio
Fuente: “Fangio. Cuando el hombres es más que el mito”
Agradecimiento: Ingeniero Carlos Barragán
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