Stirling Moss fue uno de los mejores pilotos de toda la historia del automovilismo. Exigente con los automóviles que conducía y agresivo con sus rivales, Stirling Moss dejó una huella indeleble en el mundo de las cuatro ruedas.
Tal vez, su amor por las empresas británicas demoró un poco su ascenso. Su sueño era correr para los teams ingleses y ser campeón del mundo al volante de uno de ellos. Si bien no logró este objetivo, esta unión cambió la historia de la Fórmula 1 para siempre. Eso se daría en el Gran Premio de Argentina de 1958.
Argentina 1958
Argentina 1958 se convertiría en una carrera histórica por varios motivos. El primero era que el gran maestro, Juan Manuel Fangio, saldría desde la pole por última vez en su carrera de F1. Segundo, un boicot de los equipos británicos, ya que se enfrentaron con las autoridades internacionales del automovilismo por cuestiones reglamentarias. Y el tercero, sería una invitación especial.
Un Cooper entre italianos
El Automóvil Club Argentino le envió una invitación personal a Stirling Moss. Él era piloto oficial de Vanwall, uno de los equipos participantes del boicot. Sin ataduras, convenció – no era muy difícil- a Rob Walker para que le facilitara un Cooper de 2 litros y motor trasero. Además, le brindó dos mecánicos y un jefe de equipo – Al Francis.
El resultado del boicot
El resultado de este boicot mostró a solo diez pilotos en pista. El menor número de participantes en un gran premio de Formula 1. Ferrari ponía en pista a su poderoso equipo con Luigi Musso, Peter Collins y Mike Hawthorn. Maserati, a través de la Scuderia Sudamericana. Asimismo, tenia seis pilotos encabezados por Juan Fangio y Charlie Menditeguy, además de Jean Behra, Harry Schell, Francisco Godia y Horace Gould. Finalmente, Walker apostaría por Stirling.
Todo parecía que el resultado a favor de un piloto conduciendo un monoplaza italiano era una fija, pero en el séptimo lugar de la parrilla estaba Stirling.
El ojo tapado
Ese séptimo lugar era algo mentiroso, ya que Moss debió buscar los tiempos al estilo del Pirata Morgan, con un ojo tapado. Esta “extraña” forma de salir a pista se había debido a un banal accidente doméstico. Cuando llegó el día de la carrera, las cosas serían diferentes.
Se prepara la parrilla de salida
El domingo 19 de enero se presentó con un clima seco y un agradable viento permitió que las tribunas estuvieran desbordantes. Allí fueron todos, y entre los mastodontes con motor delantero apareció el pequeño Cooper Nº 14. A su lado, con incipiente calva, anteojos de sol, una remera polo clara, elegante pantalones con cinturón y casco blanco, caminaba Stirling Moss.
¡Largaron!
El Dr. Raul Fernandez Aguirre bajó la bandera de salida y allá fueron todos. En la cuarta vuelta, el pequeño monoplaza inglés mostraba problemas con la caja de cambios. Los teams italianos por lo bajo se decían “El Cooper es historia”. Sin embargo, esa idea fue falsa. A partir de ese momento, Stirling comenzó una arremetida que lo llevó a superar a Behra y a Hawthorn, ubicándose segundo.
Peligra la punta
Fangio, líder, recibió la orden de apurar. Ese inglés se le venía como un tren. La misma orden recibió Luigi Musso (tercero) del box Ferrari, para evitar que el Cooper se le escapara. Las tribunas hacían fuerza por el ídolo local, para evitar lo que parecía, a esa altura inevitable.
La parada en box
En la vuelta 42, Fangio se detuvo en boxes. El cambio de cubiertas duró 42 segundos. Volvió en cuarto lugar, detrás de Moss, Behra y Musso. Estos neumáticos no le brindaron el rendimiento que esperaba el balcarceño y salió de la ecuación.
El turno del francés
Jean Behra estaba segundo y recibió la luz verde para ir a buscar al inglés y, de ser posible, conseguir su primera victoria en la F1. La vehemencia de Jean le traicionó, y en el ataque casi desmedido, su Maserati realizó un trompo. Volvió a la carrera, pero muy retrasado. Solo quedaba Luigi Musso como rival de Stirling Moss
Lo inesperado
Las 80 vueltas al autódromo de Buenos Aires eran un desafío para los neumáticos. Eso mismo empezó a sufrir Stirling, solo faltando 10 vueltas. Las gomas no daban más, por lo que Moss, con habilidad y experiencia, bajó el ritmo. Cada vez que pasaba por los boxes, pedía diferencias para ver si el elegido era suficiente para mantener el liderazgo. Atrás, Musso solo recibía información del box de acelerar solo faltando un par de giros para la conclusión de este gran premio.
La emoción final
Vuelta 79, Luigi Musso aceleró. Su Ferrari, de motor delantero, comenzó a recortar la distancia de forma dramática. La respiración se cortaba entre los aficionados, sería el pequeño Cooper sin gomas o el gran Ferrari del italiano.
Vuelta 80, Stirling vio a Luigi en los retrovisores y se jugó el todo por el todo. O ganaba, o se quedaba. Condujo esa vuelta como nunca y le dio a Cooper y a la Fórmula 1 la primera victoria de un motor trasero.
Resultado
La tribuna bajó y llevó a Stirling Moss en andas. Tras las victorias de Fangio en la tierra del tango, el inglés era su mejor heredero. La tribuna bien lo sabía.
Si bien esa victoria no le dio el campeonato, que muy bien merecía, cambió la Fórmula 1. Solo tres pilotos lograron granar con motor delantero y trasero (Maurice Trintignant, Phil Hill y Stirling Moss). De ellos, el más exitoso, de lejos, fue el inglés que esa tarde argentina batió a nueve coches italianos.
La ‘yapa’
En esa carrera de Buenos Aires, el reglamento no contemplaba limites de pesos (ni superior ni inferior) y el tope de los motores era de 2500 cm3. Stirling ganó, regalando 500 cm3 con su Cooper.
El homenaje
Creo que a un piloto se le debe recordar con sus proezas en pista. Por eso, este homenaje para Stirling Moss a través del recuerdo de una de sus mejores carreras, con Fangio en pista. Que más se podría pedir, ¿no le parece?
Fuentes: La Temporada de ACA e YPF, Grand Prix Guide 1950- 1999 de Jacques Deschenaux y F1 TK second edition de David Hayhoe.
Imágenes: granpremioonline – weimark.es – jmfangio.org – Ferrari
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