Hablar de Sebastian Vettel es hablar, sin duda, de un grandísimo piloto, y si vamos a los números con citar los cuatro mundiales que ostenta el alemán ya casi sobra todo lo demás. Pero la Fórmula 1 es un deporte que, con los años, se ha ido volviendo a veces algo “traidor” a la realidad, y en el caso de Vettel, cada vez queda más claro que así es.
En Toro Rosso hizo algo insólito, digno de un pilotazo, hacer pole y victoria con el monoplaza de Faenza en el templo de la velocidad, Monza. El paso a Red Bull no sólo era natural, sino que era casi obligado tras sus actuaciones.
Llegado a Red Bull, ganó del tirón sus cuatro mundiales, pero incluso en aquella época gloriosa, quizá se comenzaba a intuir que, aunque era uno de los mejores de la parrilla, no era quizá el mejor realmente por mucho que los títulos así lo refrendaran, ni tampoco una estrella. A pesar de tener con diferencia el mejor coche de la parrilla, Vettel ganó dos de esos cuatro mundiales en la última carrera del año, ante un Fernando Alonso con un Ferrari varios escalones por detrás. El último año de Vettel en Red Bull, fue otra nueva prueba del algodón para el alemán, y falló. El Red Bull ya no era el mejor coche, había comenzado la supremacía Mercedes. Y Vettel no supo contestar haciendo por lo menos, un mundial competitivo, de hecho, fue superado por un Daniel Ricciardo que acababa de llegar a la escudería austriaca. Las únicas tres victorias de aquel año las sumó el australiano.
Cuatro títulos en el bolsillo, el sueño de ser campeón del mundo había sido cumplido con creces, a pesar de haber sido batido por Ricciardo en el último año, era hora de nuevos retos y de la llamada soñada, la de Ferrari. Con los de Maranello, el objetivo es siempre claro, ganar el mundial, y Ferrari llevaba desde 2007 sin conseguirlo. De nuevo el coche, ya no era el más puntero como si lo fue en la época dorada de Red Bull. Quizá fue allí donde Vettel se malacostumbró, es un piloto excepcional, pero a la hora de controlar los nervios en una carrera donde no parte primero, tiene errores que pueden costar campeonatos.
Los años pasan y ya son cuatro los que lleva Vettel en Maranello, podios, victorias…pero el campeonato con Ferrari se resiste. La pasada temporada fue la primera en que el alemán tenía un monoplaza cercano al Mercedes en todo el tiempo que lleva en Ferrari. Errores de los de Maranello y también de sus pilotos hicieron que Hamilton ganara el mundial sobrado.
Esta temporada parecía que se había aprendido de aquellos errores, que este era el año para volver a ser campeones, tanto Ferrari como Vettel. Pero el alemán, con un coche que este año está al nivel e incluso por encima de Mercedes, tenía que demostrar más que nunca ser una estrella, a pesar de sus cuatro títulos. Pero los fallos han vuelto a llegar y, esta vez, sólo por parte de Sebastian. Kimi Räikkönen lleva toda la temporada realizando un trabajo sobresaliente de escudero, quizá su mejor temporada en años. Ferrari también está cumpliendo su parte, pero Vettel no. Son muchos los fallos que el alemán acumula en la temporada y que no se pueden cometer para ser campeón del mundo, más, con tantas victorias y títulos en tu haber. Alemania, Monza, Singapur… el alemán se ha desinflado cuando tenía que tomar decisiones y en los duelos directos en pista. Vettel ha quedado retratado.
Autor del artículo: Dani Guillen/@DaniGuillen23
Imagen: Scuderia Ferrari
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