El 14 de agosto de 1988, Enzo Ferrari falleció, dejando un legado imborrable en el mundo del automovilismo. Con motivo del 29º aniversario de su muerte, Ferrari quiso rendir tributo a ‘Il Commendatore’ con un emotivo vídeo en el que destaca la inspiración que supone para la empresa.
Pocas historias resultan tan apasionantes como la de Enzo Ferrari y su legendaria Scuderia. Pero el mito, que comenzó en los circuitos y carreras de la primera mitad del siglo XX, terminó traspasando fronteras y arraigó en el mundo de los deportivos más exclusivos de la historia.
Con motivo del 29 aniversario del fallecimiento de Enzo Ferrari, su Presidente y su hijo Piero quisieron recordar la inspiración que aun hoy Enzo provoca en todos y cada uno de los rincones de Maranello.
Su hijo Piero, actual Vicepresidente de la compañía italiana, también quiso expresar su gratitud por las muestras de cariño que, tantos años después, le siguen llegando en recuerdo de su padre.
“Después de muchos años, me conmueven los mensajes que en este día me llegan de todo el mundo. Es bonito saber que mi padre sigue siendo amado y respetado por muchos, aunque para mí, los recuerdos más bonitos son aquellos personales de padre e hijo”.
La vida de Enzo Ferrari en 11 frases
Enzo Ferrari nos dejó para siempre el 14 de agosto de 1988 a los 90 años de edad, pero su legado permanecerá para siempre en los libros de historia del automovilismo y, como no, en todos y cada uno de los automóviles nacidos en Maranello. En homenaje a su legado, hemos querido recordar su lado más humano a través de algunas de sus frases más célebres.
La historia humana del constructor más célebre de todos los tiempos es muy distinta a la profesional y se vio salpicada por la tragedia en muchas ocasiones: algo que moldeó su carácter y lo cambió a lo largo del tiempo.
Nacido en el seno de una familia acomodada, Enzo tuvo problemas con sus padres por la insistencia que mostró en desarrollar su pasión por las carreras. Siendo bastante joven, la I Guerra Mundial se llevó a su padre y a su hermano mayor, estando cerca de fallecer él mismo tras contraer una fuerte neumonía durante su estancia en el frente.
Con el negocio de los deportivos ya establecido, la II Guerra Mundial estuvo a punto de acabar con todo ello y un bombardeo le obligó a trasladar la fábrica de Módena a Maranello. Más adelante, su hijo falleció en 1956 como consecuencia de una distrofia muscular, algo que le marcó de por vida y le llevó a portar permanentemente sus famosas gafas negras en señal de luto.
“Nunca me he tenido por ingeniero o inventor, sólo me considero un promotor y agitador de ideas”.
Enzo Ferrari tenía una personalidad muy marcada y su determinación era casi inquebrantable hasta el punto de convertirse en terquedad en muchas ocasiones. Como él mismo reconocía, más que un inventor o diseñador, era el catalizador que permitía a sus empleados crear. Ingenieros como Vittorio Jano, Aurelio Lampredi, Gioacchino Colombo, Carlo Chiti o Mauro Forghieri pudieron diseñar algunas de las mejores máquinas del automovilismo mundial, pero también debieron hacer frente a las consideraciones, ‘consejos’ y manías de un Enzo Ferrari de ideas demasiado fijas en ocasiones.
“Cuando usted compra un Ferrari, está pagando por el motor. El resto se lo doy gratis”.
Enzo Ferrari, influido sin duda por su etapa de crecimiento profesional, pensaba que los motores de sus coches debían ser excelsos. Cuando comenzó a competir con su propia Scuderia, Enzo tuvo que tomar la decisión de construir deportivos para financiar las carreras. Todos ellos contaban con motores imponentes y que marcaban claramente el carácter de cada modelo.
Para Enzo Ferrari, el alma de una máquina residía en su motor.
“La aerodinámica es para fracasados que no saben hacer motores”.
La convicción de que los coches debían contar con el mejor motor posible y el resto era algo secundario también se hizo evidente en el mundo de la competición. En la época del florecimiento de la aerodinámica a finales de los años 60, Ferrari fue uno de los equipos que más problemas tuvo para adaptarse a los tiempos.
“Yo no sé cómo es el alma, pero si es que existe, los motores deben tener una porque se quejan, se desesperan, se rebelan y se comportan como niños a los que se forma, día a día”.
Para Enzo, los motores tenían la capacidad de cobrar vida, de dotar de alma a un coche y de convertirse en el mejor amigo del conductor. Sonido, fuerza, carácter… los motores Ferrari tenían su propia personalidad.
El Ferrari 250 GTO es considerado uno de los automóviles más bellos de la historia.
“Cuando me dicen que mis coches consumen demasiado o que son demasiados peligrosos por su potencia, me dan ganas de reír. La vida misma es un cotidiano consumo de energía y riesgo”.
Hombre de carácter fuerte y enérgico, Enzo creó en cierto modo sus máquinas a imagen y semejanza de lo que él mismo era. Y criticar un Ferrari, era lo mismo que criticarle a él. Le costó admitir que Ferrari debía empezar a construir coches de motor central y lo mismo le ocurrió con los motores turbo.
“El coche más conseguido es aquel en el que pienso con obstinada insistencia, pero que todavía no ha sido realizado”.
Su éxito se debe, en gran parte, gracias a su afán por ganar -en la pista- y por ofrecer a sus clientes un nivel de exclusividad inigualable -en el mundo de la automoción comercial-. Un objetivo: ir siempre un paso más allá, mejorar en cada creación.
“El Ferrari es un sueño, sueño para los pocos afortunados que lo tienen y para la mayoría de las personas que no”.
Pronto los Ferrari, que tomaron su característico rojo de la época en la que cada país tenía asignado su propio color para la competición, se convirtieron en un objeto de deseo para todos los amantes de los coches. Quienes podían tenerlos, querían uno en su colección. Quienes sólo podían imaginarse junto a uno, los veneraban con pasión.
Frente a la casa en la que Enzo Ferrari pasó los últimos años de su vida dentro de la factoría de Maranello, algunos de los modelos de la marca, siempre deseada por los amantes de los automóviles.
“Detrás del éxito hay algo terrible. Los italianos lo perdonan todo: los ladrones, los asesinos, menos el éxito”.
El éxito de Ferrari en la competición llegó invariablemente ligado a la tragedia, como ha sido norma en la competición hasta finales del siglo XX. Todos los constructores la sufrieron, pero quizá Ferrari fue más criticado. Algo que, según ‘Il Commendatore’, vino dado por el éxito.
“Cualquiera que fuese mi relación con un piloto, cuando le despedía antes de una competición le abrazaba y le besaba como si fuera la última vez. Sabía que marchaba a una carrera, pero nadie me aseguraba que iba a volver”.
Todo aquel que compitiera en aquella época sabía que cualquier carrera o test podía ser el último. Enzo Ferrari sufrió de tal modo el drama de ver morir a los pilotos sobre sus creaciones mecánicas que, poco a poco, se fue recluyendo en Maranello para huir de las críticas públicas, siempre feroces en Italia.
Gilles Villeneuve fue el piloto cuya relación con Enzo Ferrari fue más especial.
“Nos enseñó a apreciar las fuerzas que las partes mecánicas han de soportar cuando un piloto se encuentra a sí mismo ante lo desconocido”
Si hay un piloto que Enzo Ferrari admiró por encima de todos y quiso como a un hijo, ese fue Gilles Villeneuve. El joven canadiense fascinó a Enzo por la pasión, ferocidad e inquebrantable determinación que desprendía en cada metro que recorría con un volante en las manos. Honesto como pocos, Gilles nunca temió ser sincero con Ferrari, algo que también le cautivó. De un modo cariñoso, Enzo le apodó ‘El Príncipe de la Destrucción’ por su peculiar y combativo estilo.
“He elegido a los automóviles como símbolo de extrema libertad para el hombre”.
Enzo Ferrari se labró su propio éxito a base de lucha, sacrificio y trabajo duro. La vida le trató de forma cruel en muchos momentos de su vida, pero supo salir adelante a base de tesón y determinación. El catalizador que mantuvo su alma y su mente unidas fueron los coches. Sólo ellos consiguieron proporcionarle esa indispensable sensación de libertad y felicidad.
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